Y sus cuerpos yacen ahora en bolsas dentro de ataúdes a su vez colocados en más bolsas. Murieron sospechando lejanamente el por qué, hinchados, reventados, destruidos por dentro y por fuera con uniformes cortados.
Recuerdo al emparedado aquel, cuyos restos no fueron rescatados ante la inevitable prisa por levantar al sarcófago, en algunos años más se edificará uno nuevo, sarcófago sobre sarcófago será y el cadáver de aquel hombre que no alcanzó la “santa sepultura” seguirá estando ahí... Se preguntarán si el proceso de descomposición de un cuerpo radioactivo es igual al de cualquier otro mortal.
Regresando a los ataúdes especiales, querrán saber qué se gesta dentro de ellos. Eran personas que “murieron” hace 2 lustros, se dice que murieron porque perdieron las capacidades ordinarias que los humanos requieren para seguir con vida, pero olvidan que todos ellos ya no eran “humanos ordinarios” sino victimas radioactivas cuyo ADN se mantuvo en constante cambio. ¿Quién dice que después de “muertos” su ADN no pudo seguir mutando? Son como los que creen que no puede haber vida en otros planetas sólo porque los elementos encontrados no son compatibles con la vida humana, es el mismo error, hombres de poca fe que miden todo desde su perspectiva “humana” sin ver más allá de lo por ellos captado.
Llegará el día en que el cambio genético se geste y les devuelva la vida a todos ellos, por el poder de un Dios genetista, pero sus vidas no volverán a la normalidad aunque con esto no se quiere decir que serán unos “zombies” malignos como los que satanizan en las películas. Seguirán siendo humanos aunque a niveles que no se sospechan todavía.
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Yo vi a un hombre que abrió los ojos 10 años después de muerto por el accidente, reventados sus glóbulos oculares una delgada membrana hace las veces de ojos para “ver”, él no sabe qué hace ahí, quién es ni qué debe o puede hacer, lleva 10 años así esperando (descubrirlo o) ser descubierto. Él será la “momia” viviente de siglos venideros que algún futuro arqueólogo encontrará entre las ruinas de tu(ú,) civilización absurda que se autodestruyó.
